Porque somos conscientes del lugar que ocupamos y del que debemos ocupar, porque sabemos qué es lo que sabemos, qué es lo que debemos saber y cómo debemos hacerlo. Porque es imposible ser buen médico sin ser honesto con tus pacientes y, sobre todo, honestos con nosotros mismos.
Porque sin pasión, no tienes energía. Y sin energía, no tienes nada. En el mundo no hay nada grande que se logre sin pasión.
Porque la vida sólo vale cuando se entrega poco a poco a los demás, y porque los grandes logros requieren grandes esfuerzos. Porque sería absurdo pedir al cálculo lo que puede dar la abnegación. Porque a un gran corazón ninguna ingratitud lo cierra, ninguna indiferencia lo cansa. Porque solo las almas grandes se llenan con poco y porque aquello que sale del corazón, lleva el matiz y el calor de su lugar de origen.
Porque la productividad nunca es un accidente, sino el resultado de un compromiso con la excelencia, la planificación inteligente y el esfuerzo colectivo. Porque cuando estás rodeado de personas que comparten un compromiso apasionado en torno a un propósito común, todo es posible. Y porque solo el compromiso es capaz de convertir promesas en realidades.