Siete de cada diez personas sufren alguna patología relacionada con los pies. Un correcto estudio de la pisada puede evitar problemas derivados de las mismas en nuestras rodillas, caderas y columna.
A menudo infravalorado, el pie humano constituye una formidable estructura de huesos, músculos, ligamentos y otros tejidos conectivos que nos mantiene en equilibrio y hace posible la locomoción bípeda.
Se calcula que una persona promedio realiza cada día unos 10.000 pasos. O, lo que es lo mismo, unos 3 millones de pasos al año. Si tenemos en cuenta que en cada uno de esos pasos nuestros pies absorben hasta el doble de nuestro peso corporal, es absolutamente normal que se vean afectados a lo largo de la vida por numerosos problemas de salud:
1. Problemas óseos y articulares:
Entre los más comunes, los dolorosos e inestéticos juanetes o la caída del arco plantar, más conocida como «pie plano». También, los dedos en garra y en martillo.
2. Problemas derivados de la presión y fricción:
Callos y durezas plantares, digitales e interdigitales.
3. Problemas relacionados con infecciones por virus y bacterias:
Verrugas o papilomas plantares, pie de atleta y otras micosis.
4. Problemas asociados al envejecimiento:
Artritis y artrosis de pie y tobillo.
De otro lado, la forma de nuestros pies y el modo en que pisamos están directamente relacionados con la integridad y el bienestar de nuestras rodillas y columna. Y es que una mala pisada -bien porque tenemos una afección eventual, bien porque los pies se han vuelto patológicos- genera habitualmente sobrecargas musculoesqueléticas que afectan irremediablemente al resto de nuestro organismo. Es necesario, por tanto, someter nuestros pies a revisiones periódicas que preserven su salud por dentro y por fuera y, en caso de ser necesario, analizar su integridad biomecánica mediante un estudio de la pisada para comprobar que todas las estructuras y ejes funcionan adecuadamente.
Nuestro estudio biomecánico consiste en primer lugar en una valoración de las articulaciones y la musculatura de miembros inferiores, cadera y columna en camilla y bipedestación. Es también importante la evaluación de la huella plantar, para conocer las zonas de hiperpresión con mayor precisión. Una vez tenemos todos los datos, realizamos un estudio de la marcha del paciente en su totalidad, es decir, de todo el cuerpo, pues el podólogo no solo actúa sobre patologías del miembro inferior, pero sí desde el miembro inferior.
Esto nos permite realizar un diagnóstico preciso del origen de las patologías del pie, aplicar tratamientos correctivos orientados a la recuperación de una pisada saludable y ergonómica y, de manera subsidiaria, prevenir posibles problemas -tanto en los pies como en el resto de nuestro aparato locomotor- antes de que se desarrollen.