Los stents, también llamados endoprótesis vasculares, evitan el abordaje quirúrgico como primer tratamiento de cabecera a la hora de solucionar el problema de las arterias obstruidas.
El stent o prótesis endovascular es una malla metálica cilíndrica y expandible que, mediante un cateterismo, se introduce en el interior de las arterias y otros vasos venosos para resolver obstrucciones. Desde el punto de vista vascular, el stent alivia y resuelve las estrecheces y durezas que las placas ateroscleróticas provocan en nuestro sistema circulatorio como consecuencia de la acumulación de colesterol, calcio y otras sustancias. Es definitiva, los stents se colocan para mantener y sostener a largo plazo la pared de la arteria previamente colapsada.
Esta intervención vascular se realiza mediante un procedimiento denominado angioplastia (del griego angio: ‘vaso sanguíneo’, y plastia: ‘reparación’), y fue utilizado de manera pionera en 1968 por el radiólogo intervencionista Charles Dotter para recanalizar las arterias femorales ocluidas. Dotter realizó esta primera recanalización transluminal en arterias periféricas utilizando un sistema de catéteres coaxiales introducidos en forma percutánea. Si bien este procedimiento no tuvo la aceptación deseada en Estados Unidos, en Europa se continuó con las experiencias iniciadas por Dotter, a pesar de que en una primera etapa la relativa alta incidencia de complicaciones hemorrágicas y trombóticas limitó su uso.
En el año 1973, Gruntzig modificó la técnica al desarrollar un catéter de doble lumen con balón no distensible en su extremo distal, y que le permitió sobrepasar los resultados obtenidos hasta entonces con procedimientos quirúrgicos en la enfermedad arterial obstructiva y de miembros inferiores. Posteriormente, en 1976, Gruntzig desarrolló un catéter de dilatación de menor diámetro con el fin de poder ser usado en arterias coronarias. Tras ensayarlo con éxito en animales y en cadáveres, efectuó la primera dilatación de una arteria coronaria en el ser humano en setiembre de 1977, introduciendo un balón que empujaba sobre la arteria en la localización de la obstrucción para disolver la placa de colesterol que obstruía el fluido sanguíneo normal.
En 1978, el doctor Julio Palmaz comprendió que uno de los mecanismos de esta reobstrucción era, en realidad, una reestenosis o retracción elástica de la arteria, ideando para paliarla un sistema de malla de acero inoxidable que se expandía con la ayuda de un globo que luego se retiraba al que denominó stent y que permanecía implantado en el paciente para sostener las paredes arteriales evitando futuras oclusiones. Este dispositivo fue muy efectivo, ya que se redujo la tasa de reestenosis de un 40 al 20 por ciento. No obstante, la pared arterial reaccionaba con inflamación al stent como consecuencia de la proliferación y crecimiento de tejido celular que traía aparejado la reestenosis. Un nuevo talón de Aquiles.
Para minimizarla, a principios de los 80 empezaron a diseñarse sistemas de stents liberadores de drogas con efecto antiproliferativo que supusieron un extraordinario adelanto y que redujeron la tasa de reestenosis al 5%. Más tarde, los stents experimentaron otro enorme salto cualitativo, ya que dejaron de ser esencialmente metálicos para convertirse en reabsorbibles: una vez superado su efecto útil, se degradaban sin dejar nada extraño dentro de la pared arterial. Asimismo, se buscaron aleaciones más resistentes con base de cromo cobalto o cromo platino que, de paso, permitieron bajar su grosor y mejorar la navegabilidad arterial.
En la actualidad, millones de stents son utilizados en pacientes de todo el mundo para solucionar problemas de obstrucción en las arterias renales, carótidas, del corazón, las piernas o el cerebro. Los avances descritos, sumados además a los nuevos sistemas de liberación de los stents de última generación dentro de las arterias obstruidas, evitan el abordaje quirúrgico como primer tratamiento de cabecera a la solucionar problemas vasculares. Asimismo, cabe destacar que la angioplastia con stent permite, de un modo mínimamente invasivo, reparar lesiones múltiples de vasos, siendo a día de hoy frecuente que en una misma intervención se subsanen diferentes tramos de obstrucción arterial insertando varios de estos dispositivos en el paciente.
En nuestro país y solo a lo largo de este año, se han realizado intervenciones con stents pioneros que suponen un paso de gigante en el complejo abordaje de la patología arterial. Así, el Servicio de Angiología, Cirugía Vascular y Endovascular del Hospital Universitario de Guadalajara -dependiente del Servicio de Salud de Castilla-La Mancha– ha sido el primero en España y tercero en Europa (junto con Münster y Hamburgo) en intervenir a un paciente con enfermedad arterial periférica (EAP) con un nuevo dispositivo indicado para tratar lesiones vasculares por encima de la rodilla. Y, de manera mucho más cercana, los angiólogos y cirujanos vasculares del Instituto Vascular y Endovascular Internacional IVEI implantaban hace breves fechas la primera endoprótesis TREO en Andalucía en colaboración con el Centro Médico Tekno quironsalud.